En el museo han descubierto un montón de aperos y utensilios del campo de antaño, cómo era una cocina de llar o una alcoba villana cuando no existía la electricidad ni el agua corriente.
También observarón cómo se transformaba la lana de oveja en hilo para tejer mantas, cómo se hacían los cestos o los tejados con paja, y por supuesto, cómo se hacían los cacharros de barro en un torno de alfarero.
Finalmente, ellos mismos se tranformaron en alfareros y cada uno con sus propias manos elaboró su cacharro de barro.
Todos atentos en el claustro del monasterio que imita a una cesta de mimbre.
En el taller de barro trabajamos un montón para que nos saliesen unos cacharros muy bonitos.
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